750 millones de espectadores en todo el mundo permanecieron pegados a su televisor aquel 29 de julio de 1981 para seguir en directo la boda más sonada del siglo XX, la que unía al Príncipe Heredero de la Corona Británica, Carlos, Príncipe de Gales y a Lady Diana Spencer, más conocida como Lady Di.
Aunque ambos se conocían desde años antes, no fue hasta el verano anterior a la boda, el de 1980, cuando Carlos pensó seriamente en ella como futura esposa. Fue en el transcurso de un fin de semana en el campo, durante una reunión social en la que él jugaba al polo. La invitó a navegar en el yate real, el Britannia; después la llevó al Castillo de Balmoral, donde la presentó a su familia. Finalmente, el 3 de febrero de 1981, en la enfermería del castillo, le pidió que se casara con él.
El anillo de prometida de Lady Di estaba hecho en oro blanco, con un zafiro de 12 quilates rodeado por 14 diamantes. Su precio estimado era de 30.000 libras (unos 38.000 euros) y su estilo se puso de moda en las joyerías de todo el mundo, que ofrecían piezas similares.
La londinense catedral de St. Paul fue el escenario escogido para el enlace, al que asistieron 3.500 invitados. El rito religioso fue el clásico de la Iglesia Anglicana y estuvo oficiado por el máximo representante de esa fe, el reverendo Robert Runcie, arzobispo de Canterbury.
La pobre Diana estaba tan nerviosa que no se soltó del brazo de su padre en toda la ceremonia (como se puede apreciar en el vídeo que ponemos a continuación, correspondiente a la primera mitad de la celebración), hasta que Carlos le colocó el anillo; y le cambió el orden de los nombres a su marido al pronunciar los votos: lo llamó Philip Charles, en lugar de Charles Philip Arthur George.
Otro detalle que Diana no mencionó en sus votos fue la promesa de “obedecer” a su marido, una palabra incluida en los votos tradicionales pero que la pareja deseó expresamente eliminar, lo que despertó cierto revuelo en la época.
A la boda acudieron todos los monarcas de Europa a excepción de uno, Juan Carlos I de España, a quien el Gobierno español recomendó no asistir porque la ruta de la luna de miel incluía una parada en la colonia inglesa de Gibraltar.
El vestido que lució Lady Di, hecho de tafetán y adornado con encajes, bordados hechos a mano y lentejuelas, incorporaba 10.000 perlas y costó 9.000 libras de la época, unos 35.000 euros actuales. Fue diseñado por Elizabeth y David Emanuel, quienes le añadieron una cola de más de 8 metros de longitud. Carlos, por su parte, usó su uniforme de comandante naval.
Diana llevaba en la cabeza la tiara Spencer, herencia de su familia, pero, según su hermano, como no estaba acostumbrada a llevarla le acabó provocando dolor de cabeza. Sobre todo su vestido había rociado un perfume de Houbigant, la firma de perfumes más antigua de Francia.
Tras la ceremonia, acudieron al Palacio de Buckingham, donde se celebró una comida para 120 comensales. A las 13:10 salieron al balcón, donde se dieron el famoso beso que pudieron presenciar todos los espectadores.
La luna de miel constó de un crucero por el Mediterráneo (visitaron Túnez, Cerdeña, Grecia y Egipto) y un periodo posterior en Escocia. Por desgracia, como todo el mundo sabe, su matrimonio no tuvo un final feliz. Tras una década juntos, en 1992 se separaron y, en 1996, se divorciaron definitivamente.