La distribución de mesas da muchos quebraderos de cabeza, ¿verdad? Que si este invitado prefiere estar en la mesa de estos otros porque no se lleva bien con no sé quién, que si esta pareja se va a enfadar si no la ponemos cerca de esta otra…
Por no hablar de que las mesas tienen una capacidad máxima y que, por tanto, en ocasiones os veréis obligados a romper grupos naturales (de amigos o familiares). Bueno, en eso, de momento, no se nos ha ocurrido cómo ayudaros, salvo deciros que uséis todo vuestro buen juicio.
En cualquier caso, aquí os escribimos unos cuantos consejos que os pueden venir bien. Por ejemplo, os recomendaríamos mesas redondas. ¿Por qué? Pues porque son muy socorridas para, en un momento dado, ocultar un exceso de invitados (normalmente, en una mesa de 8 caben 9 sin aprietos) o un defecto de comensales (en una mesa de 8 en la que se coloque a 6 personas no se nota demasiado).
Además, se supone que el número idóneo es el par, aunque probablemente, y por razones de última hora, os puede ocurrir que finalmente haya mesas en las que el número de invitados sea impar.
Existen tres maneras de sentar a los invitados de una mesa. En orden, de menor a mayor grado de complicación para los anfitriones, son las siguientes:
a) Libre, de manera que cada uno se sienta donde quiere (hace unos años era la forma más habitual).
b) Por mesas, cada invitado es informado de la mesa a la que ha sido asignado y una vez en ella se sienta donde mejor le parezca (en la actualidad es la modalidad que triunfa).
c) Por tarjetas, donde cada invitado tiene su sitio predeterminado y señalado por dicha tarjeta (sin duda, la más complicada de organizar para los novios).
Nosotros descartaríamos la primera y la tercera. ¿Por qué?
– La primera puede resultar un caos y suele enfadar a los invitados el que, por llegar un poco tarde, no puedan sentarse junto a quienes querían hacerlo.
– La segunda tampoco porque no somos adivinos y no sabemos si a alguien, esa tarde o noche concretas, le apetecerá sentarse más junto a este amigo o junto al otro (quizás se lleve mejor con el primero, pero hace mucho que no habla con el segundo y prefiere tenerlo al lado…).
A LA ENTRADA DEL SALÓN, UN PANEL
En cualquier caso, tanto en la colocación por mesas como por tarjetas, siempre habrá un panel a la entrada del salón indicando cuál es el lugar asignado para cada invitado, así como un plano de dónde se encuentra cada mesa.
En el caso c, también cabe la posibilidad de hacer una tarjeta individualizada con plano que haríamos llegar a los invitados en sus casas o que les sería entregada al llegar al restaurante.
En esa tarjeta personalizada, que consistiría en medio folio doblado por la mitad, en la parte de fuera estaría la razón del banquete –la boda– y el nombre de la persona en cuestión. Dentro vendría un plano del salón, con una X en la mesa y lugar concreto que deberá ocupar el invitado.
Como os hemos dicho antes, esta modalidad conlleva más problemas y no es necesariamente más práctica (ni para los novios ni para los invitados). Pero ya sabéis, es cuestión de gustos.