En una boda civil (e incluso en una boda católica, dependiendo del sacerdote que os case), tenéis mucho margen a la hora de personalizar vuestro votos matrimoniales, de llegar más allá del “Yo, XXX, te tomo a ti, XXX, como esposo y prometo quererte y serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”.
El “hasta que la muerte nos separe” es bonito (vale, también un poco lóbrego), pero tenéis otras muchas opciones. Por cierto, es importante hablar de este tema con la pareja: lo ideal es que ambos utilicéis el mismo formato. Es decir, que los dos hagáis los votos clásicos o los dos os salgáis de lo habitual.
Si no se os da bien expresar con palabras lo que sentís, y menos delante de un público (aunque sean vuestros familiares y amigos), un poema es una buena solución (un consejo: mejor aprendérselo de memoria que estar leyendo el papelito).
Aquí os dejamos el enlace a los poemas de un clásico universal: Pablo Neruda. En este enlace encontraréis 20 poemas de amor y una canción desesperada, una de las obras más célebres del chileno: Poemasdelalma.com. En este otro enlace podréis encontrar más poemas (de Bécquer, Quevedo y Lorca). Mispoemasdeamor.es.
Otra opción, aún más personal, es que redactéis vosotros mismos vuestros votos. Podéis recordar cómo os conocisteis, vuestra primera cita, qué es lo que más os gusta de vuestra pareja, cómo os hace sentir, cuáles son esos momentos que habéis vivido juntos y que os han marcado (como ese instante en el que supisteis que os habíais enamorado de verdad)…
Puede que no os resulte demasiado fácil escribir este tipo de votos, así que tomaos vuestro tiempo. Empezad a escribirlos al menos un mes antes de la boda. Y, por supuesto, ensayad la lectura del texto final muchas veces (mejor delante de un espejo) para que ese día os salga todo mucho más fluido. Por cierto, no tengáis miedo a emocionaros. Es vuestra boda, no un examen.